miércoles, 29 de abril de 2009

La arquitectura biológica afable




No necesito que me mires de pies a cabeza,
no necesito que me piñisques,
no necesito que me tires agua,
no necesito que toques mis pechos,
no necesito que me hagas el amor y me gimas ,
no necesito que jales mi cabello,
no necesito que muerdas mis labios,
no necesito que me mires cuando duermo,
no necesito que vayas y vuelvas,
no necesito que me digas cosas al oído,
no necesito que me alimentes,
sólo quiero que me leas un libro siempre.


(Fotografía de Vito Gandolfo)

martes, 21 de abril de 2009

Dostoievsky y Don Carlos.-

El mes pasado fuí a San Diego en busca de algunos libros (ficción de preferencia), en la aventura hallé “El agente secreto” de Joseph Conrad y “La aldea de Stepánchikovo” de Dostoievsky. Me gustó mucho la edición de Dostoievsky; hojas amarillas lacias y resistentes, tapa de cartón delgado en un empastado minucioso e inteligente de bolsillo. El libro (en su forma material) se acomodaba sumiso y blando sobre mis manos, dejando caer sus páginas laxas y dilatadas. Lo encontré con la ayuda del librero, un joven de rostro transparente y pensamiento certero. El libro, (inquieto por liberar su prosa de naftalina y tiempo sobre algún lector de la urbe) se encontraba en uno de los estantes atiborrados por los más variados y selectos volúmenes del orbe literario.

Subí al transantiago sin recordar destino alguno, me senté en los asientos al final del pasillo, (de esos con relieves falsos, adosados a la cola del bus y bastante incómodos) extraje del bolso el Dostoievsky que había adquirido y descubrí que había sido editado en la casa editorial nascimento, como no poseía conocimiento de dicho lugar, busqué ayuda en Google y llegué a la web de www.memoriachilena.cl . Fue cuando me di cuenta que la Librería-Editorial “Nascimento” ya no existía. (Aquí es cuando aparece la nostalgia ingrata, que llega cuando ya la habíamos olvidado…).

Mis planes por encontrar libros de tan exquisita calidad comenzaron a desinflarse, pero mientras leía me di cuenta que no todo estaba perdido. Un nuevo interés se levantó sobre mi voluntad al saber que Don Carlos George de Nascimento, de origen portugués, llegó a Chile en el año 1905 y en 1917 dió inicio a su Editorial. Don Carlos fue un aporte valiosísimo para los escritores nacionales del siglo XIX, muchos de los cuales debían autoeditarse.

Los antecedentes históricos los revelaré mas adelante con ayuda de algunos documentos y bibliografía, porque lo que más llamó mi atención en ese momento, fue saber que Don Carlos vivía la mayor parte de su tiempo rodeado por montañas de papel y robustas maquinarias de imprenta…respiro hondo y huelo la fotocopiadora de mi antiguo Liceo…

Recuerdo el primer contacto con ella, su intenso aroma a papel de oficio mezclado con la atmósfera cortada por el humo que botaba el dueño con sus cigarrillos LIFE. Veo los muebles de madera gruesa y el casco de goma azul para el dedo del dueño que contaba hojas con una misteriosa técnica y agilidad como nunca vi. El hombre tenía unos lentes de patas delgadas y vidrios rectangulares en marcos de ángulos cerrados, su frente delataba una calvicie avanzada, revelando con gracia y detalle sus rasgos cadavéricos que no mostraban repugnancia, por el contrario, cargaba un encanto cómico y agradable en su fisonomía, compuesta por un tozudo bigote que reposaba encima de sus finos labios. Sus gestos no eran muchos y su paciencia nunca perdió el equilibrio ante la montaña de crios enloquecidos por duplicar entre otras cosas; dibujos de sus héroes favoritos, carátulas de cassettes, pruebas, torpedos, y un variado etc., su pequeño mesón era contagiado por miles de manos ávidas de piratería escolar a bajo precio. Me gustaba entrar en ese mar de jóvenes enloquecidos, de fuerte sobaco y risas a destajo para golpear con mis palmas abiertas sus cabezas distraídas.

Debo visitar el lugar en donde estuvo algunas vez la librería-editorial Nascimento y hacer algunas fotos.

Continuará…




(Ensayo de Víto Gandolfo)

domingo, 12 de abril de 2009

Salvapantallas



Tengo tu voz,
tengo tu tos,
oigo tu canto en el mío.

Rumbos paralelos,
dos anzuelos
en un mismo río.

Vamos al mar,
vamos a dar cuerda
a antiguas vitrolas.

Vamos pedaleando
contra el viento,
detrás de las olas.

Tengo una canción
para mostrarte,
tal vez cuando vaya….

Tengo tu sonrisa
en un rincón
de mi salvapantallas.

Años atrás
de pronto la casa
se llenó de canciones.

Músicas y versos
que brotaban
desde tantos rincones.

Vamos al mar,
vamos a dar guerra
con cuatro guitarras.

Vamos pedaleando
contra el tiempo,
soltando amarras.

Brindo por las veces
que perdimos
las mismas batallas.

Tengo tu sonrisa
en un rincón
de mi salvapantallas.

(Jorge Drexler "Salvapantallas")