miércoles, 1 de octubre de 2008

Me condené




Y aquí estoy,
fundida en una segunda piel, sécula,
con un pegamento tremolante,
y esa extensa luz cándida que es tuya, tuya y mía.
¡Es la eyección de la vorágine que me das!
ni la praxis más cautelosa es tan sumisa como tu mirada.
Te acercas con mi condena entre tus dedos,
y antes de que hagas algo, te digo:
¡Muérdeme y no me des tregua!.